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Jacobo Grinberg: Interacción entre el espacio y cerebro.

En primer lugar, todo lo que existe es el espacio en diferentes niveles o grados de organización. El espacio es la base y el fundamento de todo y, al mismo tiempo, es uno. En segundo lugar, si tenemos una profunda comprensión de las características del espacio, comprenderemos en su esencia la experiencia, el tiempo y la materia. Comprender y sentir lo que es el tiempo supone poseer la sabiduría. Puesto que el espacio subyace a la comprensión del tiempo, estimo que la comprensión del espacio es pues la llave de la sabiduría.

Los análisis de Ouspensky indican que el espacio es diferente para cualquiera que disponga de la capacidad de verlo desde una mayor cantidad de dimensiones. Por consiguiente, nosotros, como seres tridimensionales, somos capaces de percibir y de concebir el espacio como si tuviera tres dimensiones. Una entidad tetradimensional incluiría nuestro espacio en una sección de su universo y percibiría el tiempo como una dimensión espacial.

De esta forma, un universo tetradimensional incluiría pasado, presente y futuro como un todo unificado. En capítulos posteriores veremos cómo la expansión de la duración del presente podría transformarnos en seres tetradimensionales. Un ejemplo que puede ayudarnos a comprender esta concepción del espacio es imaginar un ser bidimensional tal y como sería percibido desde nuestra perspectiva tridimensional. Este ser hipotético (aunque Ouspensky no lo considera como tal, ya que identifica a algunos seres como entidades con percepción bidimensional) percibiría las líneas y las superficies, pero no los volúmenes. 

Al vivir en un plano, no comprendería que todo lo que atraviesa su plano forma parte de un universo mucho más unificado. Si una mano se apoyara en su plano fenomenológico, él vería la mano como cinco círculos independientes y no podría imaginar que esos cinco círculos pudieran unirse en el universo tridimensional para formar una mano.

De forma análoga, nosotros no vemos la unidad del mundo tetradimensional y no somos capaces de percibir el origen común de entidades que nosotros vemos como independientes. Nuestro presente es un corte transversal de un espacio tetradimensional, del mismo modo que el plano sobre el que descansaban los dedos era una sección de un espacio tridimensional.

El espacio contiene a la materia en todos y cada uno de sus puntos. La prueba de esto la podemos encontrar en nuestra capacidad de ver. Vemos el espacio y el espacio es el que contiene a la materia. Analicemos este punto mediante un ejemplo. Miro por la ventana y afuera hay un árbol. Puedo distinguir el árbol del espacio que le contiene y la diferencia entre ambos reside en el hecho de que el espacio no es nada y el árbol es algo. Sin embargo, ¿qué es lo que veo realmente? Veo el espacio que contiene al árbol. Mi retina no es capaz de tocar las hojas, las ramas, el tronco del árbol. Y es una pequeña área, una zona que tiene el tamaño de mi retina, la que transforma el espacio en señales nerviosas. Por consiguiente, el espacio sólo es transparente en mi construcción de la distancia que me separa del objeto. Es decir, veo normalmente la intersección del espacio con mi retina. Ahí se encuentra la información que me hace percibir el espacio como si fuera transparente, la información sobre la distancia que me separa del árbol y la información sobre el propio árbol.

Si lo que vemos es el espacio, y si cada uno de sus puntos posee información sobre los objetos contenidos en ese espacio, podemos plantearnos la pregunta: ¿cómo son contenidos esos objetos? A decir verdad, uno de los campos de la física, la holografía óptica, ya ha dado parte de la respuesta. Gracias a la técnica holográfica se ha descubierto que la información visual sobre un objeto está contenida en relación con la magnitud y fase de las ondas electromagnéticas reflejadas.

Cada punto del espacio que rodea al objeto contiene, entre otras cosas, esta información. Entonces es posible ver al objeto desde cualquier punto del espacio. Pero hay que repetir que lo que percibimos es el espacio que contiene la información, o más bien, una transformación muy compleja de esa información que es llevada a cabo en la retina y en el resto del sistema visual, como veremos a lo largo de este libro.

Volviendo al espacio, podemos decir que es información organizada en cada uno de sus puntos. También es un entramado de energía cuyos puntos están interconectados y del que sólo podemos decodificar porciones limitadas y aisladas. Nuestra falta de capacidad para ver todos los puntos del espacio simultáneamente se debe tanto a la falta de un mecanismo como de un aprendizaje. ¿Cuál de los dos es más importante? No lo sé.

Algunos dicen que el mecanismo existe y que todo lo que necesitamos es el entrenamiento adecuado para ponerlo en marcha. Sea como sea, lo cierto es que, aunque nuestra capacidad perceptual es extraordinaria, sólo nos permite decodificar el área minúscula que intersecta con nuestras retinas.

Pero incluso de esta manera, no obtenemos ni decodificamos toda la información contenida en esa área debido a la incapacidad de nuestros receptores de responder a longitudes de onda cuyos valores exceden un rango relativamente pequeño. No vemos las ondas de radio, ni los rayos cósmicos, ni las radiaciones infrarrojas ni ultravioletas.

La materia es la forma de organización del espacio que el cerebro de los seres humanos, y de otros animales, pueden decodificar y reducir a un algoritmo neuronal, mientras que la transparencia y la ausencia de materialidad son espacio organizado de una complejidad tal que somos incapaces de decodificar.

De aquí podemos establecer que la diferencia entre el espacio y la materia es un producto de la actividad neuronal. En realidad, el espacio y la materia son parte de un continuo que cambia en organización y en complejidad. Vemos un objeto material cuando estamos en contacto con las zonas del continuo espacio-materia que podemos organizar y vemos espacio transparente cuando no podemos descubrir ni decodificar un tipo de organización de la energía que sobrepasa nuestra capacidad.

Por consiguiente, organización, decodificación y algoritmo son conceptos que se definen mutuamente. La complejidad de una organización se mide por el número de elementos que forman parte de ella, por sus interacciones y por la complejidad del algoritmo preciso para representarla.

El cerebro intersecta información espacial y transforma su organización en un algoritmo o en una serie de ellos. Los objetos materiales se pueden algoritmizar más fácilmente que el espacio, razón por la que aparecen como entidades sólidas y concretas, mientras que el espacio es transparente y sutil. 

Las operaciones algorítmicas que realiza nuestro cerebro comienzan con la activación de los receptores retinianos y finalizan con la activación de códigos neuronales altamente convergentes en estructuras polimodales que representan la organización del continuo espacio-materia en lenguaje cerebral.

Probablemente, los seres humanos que vivieron en nuestro planeta hace millones de años veían como espacio transparente algunas de las cosas que nosotros hemos llegado a percibir como objetos materiales. A la inversa, es posible que en alguna etapa futura los hombres vean objetos materiales y sólidos donde ahora no vemos más que espacio transparente.

Parece, pues, que la percepción del espacio y la imagen de los objetos materiales se modifican con el aprendizaje. Si un objeto material es espacio organizado, el aprendizaje consiste en una capacidad incrementada para detectar esa organización especifica. De hecho, los objetos que vemos son materializaciones cerebrales del espacio.

El espacio visto como organización de la energía puede ser estudiado, como estamos haciendo aquí, desde el punto de vista de la fenomenología y funcionamiento de la percepción. Las características de esa organización son las siguientes:

  1.  La organización del espacio es variable.
  2. El espacio y la materia son un continuo.
  3. Para nosotros, los objetos materiales son un extremo de la organización del espacio.
  4. El cerebro es el que crea la transparencia del espacio y la solidez de los objetos materiales.
  5. La organización del espacio es el modo en que está contenida la información en cada una de sus partes.
  6. Todo el espacio es afectado por el cambio de cualquiera de sus partes.
  7. No hay espacio vacío.

Si cada parte del espacio contiene información sobre el resto del mismo y sólo podemos decodificar y percibir una parte, ¿qué pasaría si tuviéramos visión simultanea de varias porciones? Con bastante certeza, el espacio cambiaría frente a nosotros. La visión simultánea de porciones organizadas de ese espacio nos otorgaría una capacidad maravillosa. Podríamos ver con claridad las influencias directas de  un acontecimiento sobre los demás. De hecho, podemos detectar algunas de esas influencias, pero de una forma muy restringida. Lo hacemos con sólo una de las porciones del espacio.

Si sabemos la cantidad de información contenida en cada porción del espacio, podemos predecir que un incremento en la capacidad para decodificarla supondrá la expansión de las capacidades cognitivas y perceptuales del hombre de forma extraordinaria. El cerebro esta organizado en forma de complejos entramados neuronales que han alcanzado su estado actual de desarrollo tras millones de años de evolución.

Todos sus elementos están calculados para decodificar y analizar el espacio precisamente del modo en que lo hace. Es posible considerar la organización del cerebro como un reflejo o incluso como una materialización lógica del espacio. Esta consideración encaja con el modo en el que ha evolucionado el cerebro.

Información extraída del Libro la creación de la experiencia, el libro es gracias a muchas mas personas de las que se puede mencionar, por las ideas que han proporcionado. El doctor Jacobo Grinberg expresa su gratitud especialmente a Alberto Guevara-Rojas, Héctor Brust Carmona, E. Roy John, Karl Pribram, John Legion Cooke, Gerardo Bueno Zirión, Joana Ornelas, Andrea Gold, Jenny Lewis y Diego Rapoport.

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¿Quién fue Jacobo Grinberg?

Jacobo Grinberg fue un reconocido neurocientífico mexicano que se dedicó a investigar temas como la percepción, la memoria y la conciencia. Nacido en la Ciudad de México en 1946, Grinberg estudió psicología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y realizó su doctorado en psicobiología en la Universidad de California en Irvine.

Durante su carrera, Grinberg se enfocó en entender cómo funciona el cerebro humano y cómo podemos mejorar nuestra capacidad de percibir y procesar la información. En particular, su trabajo se centró en La Teoría Sintérgica, que postula que los patrones de comportamiento en un sistema biológico están influenciados por patrones similares en otros sistemas biológicos.

A través de sus investigaciones, Grinberg sugirió que los seres humanos tienen la capacidad de percibir y procesar información más allá de lo que podemos captar a través de nuestros sentidos físicos. Él llamó a este proceso «visión extraocular», y argumentó que podía ser utilizado para entender mejor el mundo que nos rodea y mejorar nuestra capacidad de aprendizaje y creatividad.

Grinberg también investigó la conexión entre la mente y el cuerpo, sugiriendo que nuestros pensamientos y emociones pueden afectar nuestra salud física. Argumentó que al aprender a controlar nuestros pensamientos y emociones, podemos mejorar nuestra salud y bienestar en general.

Aunque algunos de sus trabajos fueron objeto de críticas por parte de la comunidad científica, muchos otros investigadores reconocieron su contribución a la neurociencia y a la comprensión de la mente y el cerebro humano. Grinberg publicó varios libros y artículos durante su carrera, y su trabajo sigue siendo relevante e interesante para aquellos interesados en el estudio de la mente y la conciencia.

Trágicamente, Grinberg desapareció en 1994 en una expedición de investigación en el estado mexicano de Nayarit, a pesar de su desapareción prematura, su trabajo continúa siendo relevante y su legado sigue vivo en la comunidad científica y en aquellos que buscan comprender mejor la complejidad de la mente humana.

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Las Piedras del Hambre: ¿Tiempos difíciles se avecinan?

Una intensa sequía está reduciendo los ríos en toda Europa , revelando piedras talladas hace siglos para dar a las generaciones futuras una advertencia de los tiempos difíciles que se avecinan.

El Miami Herald informó que los lugareños dijeron que las rocas de siglos de antigüedad, conocidas como «piedras del hambre», reaparecieron la semana pasada cuando los ríos en Europa se secaron debido a las condiciones de sequía.

Una de esas piedras se encuentra a orillas del río Elba, que comienza en la República Checa y atraviesa Alemania.

La roca data de 1616 y está grabada con una advertencia en alemán: «Wenn du mich seehst, dann weine» – «Si me ves, entonces llora», según una traducción de Google de la frase.

Una 'piedra del hambre' en la orilla del río Elba en Decin, República Checa. (Michal Cizek/AFP/Getty Images)

En un estudio de 2013 , un equipo de investigadores checos escribió que estas rocas están «cinceladas con los años de penuria y las iniciales de los autores perdidos en la historia», y agregó que las «inscripciones básicas advierten sobre las consecuencias de la sequía».

«Expresaba que la sequía había traído una mala cosecha, falta de alimentos, precios altos y hambre para la gente pobre», escribieron los investigadores. «Antes de 1900, se conmemoran en la piedra las siguientes sequías: 1417, 1616, 1707, 1746, 1790, 1800, 1811, 1830, 1842, 1868, 1892 y 1893».

Estos «puntos de referencia hidrológicos» aparecieron por última vez durante una sequía de 2018, informó NPR .

Pero la sequía actual que está experimentando Europa podría ser la peor en 500 años, según Andrea Toreti, investigador principal del Centro Conjunto de Investigación de la Comisión Europea.

En una conferencia de prensa el 9 de agosto, Toreti dijo que ningún otro evento en los últimos 500 años fue «similar a la sequía de 2018. Pero creo que este año es peor», informó Euronews .

Agregó que había «un riesgo muy alto de condiciones secas» que continuarían durante los próximos tres meses.

Un creciente cuerpo de investigación relaciona sequías más frecuentes e intensas con el cambio climático . El aumento de las temperaturas globales provoca cambios en las precipitaciones y aumenta la evaporación.

Según el Observatorio Europeo de la Sequía , el 47 por ciento de Europa se encuentra en condiciones de alerta de sequía, lo que significa que existe un déficit de humedad en el suelo; otro 17 por ciento está en alerta, lo que significa que la vegetación está estresada.

Las piedras no son la única reliquia escondida que emerge en los ríos europeos debido a la sequía. El retroceso de las aguas debido al cambio climático en el río Po de Italia también reveló una gran cantidad de tesoros arqueológicos.

El naufragio de una barcaza de la era de la Segunda Guerra Mundial resurgió en junio después de que el río , el más grande del país, alcanzara niveles bajos durante su peor sequía en 70 años.

Más recientemente, a fines de julio, el río italiano afectado por la sequía reveló una bomba de 1,000 libras previamente sumergida de la Segunda Guerra Mundial.

«La bomba fue encontrada por pescadores en la orilla del río Po debido a una disminución en los niveles de agua causada por la sequía», dijo a Reuters un funcionario local . Los expertos tuvieron que eliminarlo de manera segura.

Lo que se destruyó en la biblioteca de ALEJANDRÍA

La destrucción de la gran Biblioteca de Alejandría fue llevada a cabo definitivamente por los árabes, el año 646 de la Era Cristiana. Pero esta destrucción había ido precedida de otras, y el encarnizamiento mostrado en la aniquilación de tan fantástico depósito de saber es particularmente significativo.

Al parecer, la Biblioteca de Alejandría fue fundada por Tolomeo I o Tolomeo II. La ciudad lo había sido, como su nombre indita, por Alejandro Magno, en el invierno de 311 a 310 a. de J.C. Pasaron, pues, casi mil años, antes de que la Biblioteca quedase totalmente destruida. Alejandría fue tal vez la primera ciudad del mundo constituida completamente de piedra, sin utilizar ninguna clase de madera. La Biblioteca se componía de diez, grandes salas y varias cámaras aisladas para los estudiosos. 

Todavía se discute la fecha exacta de su fundación y el nombre de quien la fundó; pero su verdadero fundador, en el sentido de organizador y no simplemente de rey que gobernaba en aquella época, parece haber sido un personaje llamado Demetrio de Falera.

Principios de la biblioteca de Alejandría

Desde el principio, reunió setecientos mil libros, a los que constantemente añadió otros. Los libros eran comprados por cuenta del rey. Este Demetrio de Falera, nacido entre 354 y 348 a. de J.C., parece haber conocido a Aristóteles en persona. En 324 a. de J.C., se da a conocer como orador; en 317, es elegido gobernador de Atenas, y, como tal, manda en Atenas durante diez años, desde 317 hasta 307 a. de J. C.

Demetrio se había hecho célebre en Egipto como mecenas de las ciencias y de las artes en nombre del rey Tolomeo I. Tolomeo II sigue interesándose por la Biblioteca, así como por las ciencias y, sobre todo, la zoología. Nombra bibliotecario a Zenódoto de Éfeso, nacido en 327 a. de J.C. y cuyas circunstancias ignoramos, así  como la fecha de su muerte.

Después, una sucesión de bibliotecarios aumenta, a través de los siglos, la Biblioteca, acumulando en ella pergaminos, papiros, grabados e incluso libros impresos, si hemos de dar crédito a ciertas tradiciones. La Biblioteca contenía, pues, documentos en verdad inestimables. Pero también coleccionaba enemigos, principalmente en Roma.

Toma de la biblioteca de alejandría por julio césar

Sabemos que un bibliotecario se opuso violentamente a un primer pillaje de la Biblioteca por Julio César, el año 47 a. de J.C, pero la Historia no ha conservado su nombre. Lo cierto es que, ya en época de Julio César, la Biblioteca de Alejandría tenía bien ganada fama de contener libros secretos que daban un poder prácticamente ilimitado.

En el momento en que César llega a Alejandría, la Biblioteca contiene al menos setecientos mil manuscritos. ¿De qué clase? ¿Y por qué empiezan a dar miedo algunos de ellos?

El poder de la biblioteca de alejandría

Los documentos que han sobrevivido nos dan una idea bastante exacta de ello. Estaban, en primer lugar, los libros escritos en griego.

Eran, evidentemente, un verdadero tesoro: todo lo que nos falta de la literatura griega clásica. Pero no parece que, entre ellos, debiesen encontrarse manuscritos peligrosos. En cambio, el conjunto de la obra de Beroso tenía algo inquietante. Sacerdote babilonio refugiado en Grecia, Beroso nos dejó el relato de un encuentro con seres extraterrestres: los misteriosos Akpalus, seres parecidos a peces, que vivían en escafandras y habrían aportado a los hombres los primeros conocimientos científicos.

Beroso vivió en tiempos de Alejandro Magno y hasta la época de Tolomeo I. Fue sacerdote de Baal-Marduk en Babilonia. Era historiador, astrólogo y astrónomo. Inventó el cuadrante solar semicircular. Concibió una teoría sobre conflictos entre los rayos del Sol y los de la Luna que fueron anticipación de los trabajos más modernos sobre la interferencia de la luz.

Podemos fijar la fecha de su nacimiento en 356 a. de J.C., y la de su muerte en 261. Una leyenda contemporánea dice que la famosa Sibila, la profetisa, era hija suya.

La Historia del Mundo, de Beroso, que describía sus primeros contactos con los extraterrestres, se ha perdido. Quedan algunos fragmentos, pero la totalidad de esta obra estaba en Alejandría. Comprendido lo que habían enseñado los extraterrestres.

También se hallaba en Alejandría la obra completa de Manethón. Este, sacerdote e historiador egipcio, contemporáneo de Tolomeo I y de Tolomeo II, había llegado a conocer todos los secretos de Egipto. Su nombre puede incluso interpretarse como el «amado de Toth» o el «poseedor de la verdad de Toth».

Era el hombre que lo sabía todo sobre Egipto, que leía los jeroglíficos y que mantenía contactos con los últimos sacerdotes egipcios. Se dice que escribió personalmente ocho libros y que reunió en Alejandría cuarenta rollos de pergamino, particularmente selectos, que contenían todos los secretos de Egipto y, probablemente, el Libro de Toth. Si esta Colección se hubiese conservado, quizá sabríamos todo lo que hay que saber sobre los secretos egipcios.

Sin duda fue esto lo que se quiso impedir. La Biblioteca de Alejandría contenía igualmente las obras de un historiador fenicio, Mocus, a quien se atribuye el invento de la teoría atómica.

Contenía también manuscritos indios extraordinariamente raros y preciados. De todos estos manuscritos no queda el menor rastro. Sabemos cuál era el número total de rollos cuando empezó la destrucción: quinientos treinta y dos mil ochocientos.

Limitémonos a la materia que nos interesa, es decir, a los libros secretos que tratan de las civilizaciones desaparecidas, de la alquimia, de la magia o de técnicas que hoy nos son desconocidas. Prescindamos de los clásicos griegos, cuya desaparición es sin duda muy lamentable, pero que nada tienen que ver con nuestro tema. Pensemos, ante todo, en Egipto.

Si existió un ejemplar del Libro de Toth en Alejandría, César debió apoderarse de él, como fuente posible de poder. Pero, naturalmente, el Libro de Toth no era el único documento egipcio de Alejandría. Y es muy posible que todos los enigmas que aún se plantean en la actualidad acerca de Egipto habrían sido solucionados si no se hubiesen destruido tantos documentos egipcios.

Entre estos documentos, existían algunos que eran particularmente buscados y de los que debieron destruirse implacablemente los originales, las copias e incluso los resúmenes: los que describían la civilización que precedió al Egipto conocido. Es posible que hayan subsistido algunos restos, pero lo esencial desapareció, y esta destrucción fue tan completa y profunda que los actuales arqueólogos racionalistas sostienen que se puede seguir, en Egipto, el desarrollo de la civilización desde el neolítico hasta las grandes dinastías, sin que nada demuestre la existencia de una civilización anterior.

Imágenes inéditas sobre las cirugías de Pachita relatadas en los libros de Jacobo Grinberg

Familiares de Bárbara Guerrero más conocida como Pachita han revelado parte de las fotografías que se tomaron en las operaciones instantáneas que realizaba y las que el doctor Jacobo Grinberg nos relata en sus libros dedicados a Pachita, en las imágenes podemos evidenciar operaciones tales como la de corazón y la cabeza sacando un tumor cancerígeno, entre otras.

Pachita lograba penetrar el tiempo prediciendo eventos futuros como si su campo neuronal en interacción con la lattice del espacio-tiempo decodificara y modificara la estructura temporal de la realidad.

Libros acerca de pachita

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El poder ilimitado del Libro de Thoth

2.500 años a. de J. C, los egipcios conocían ya la escritura y componían libros. Estos libros se escribían en papiros. La palabra biblia, que quiere decir libro, se deriva del nombre del puerto libanes de Biblos, que era el principal puerto de exportación de rollos de papiro. En la literatura egipcia del 2500 a. de J. C, encontramos ya tratados de ciencia y de medicina, textos religiosos ¡e incluso obras de ciencia-ficción! Por ejemplo, el relato de las aventuras del faraón Snofru, padre de Keops, es una verdadera novela de anticipación, con extraordinarios inventos, monstruos y máquinas. Podría haber sido publicada en nuestros días.

Un portavoz serio y reconocido de los arqueólogos egipcios oficiales, Leonard Cottrell, escribió, en The Penguin books of lost worlds: «Algo ocurrió que, en un tiempo extraordinariamente corto, transformó el conglomerado de tribus semiárabes que vivían a orillas del Nilo en un Estado altamente civilizado que duró 3.000 años. En cuanto a la naturaleza de lo que sucedió, sólo podemos tratar de adivinarlo. Pero las pruebas arqueológicas nos proporcionaron numerosos indicios, y podemos esperar que futuros descubrimientos vengan a llenar las lagunas existentes.»

Toth es un personaje mitológico, más divino que humano, el cual, según todos los documentos egipcios que poseemos, fue anterior a Egipto. En el instante del nacimiento de la civilización egipcia, hay que suponer que los sacerdotes y los faraones poseían el Libro de Toth, que era, probablemente, un rollo o una serie de hojas que contenían todos los secretos de los diversos mundos y daban un poder considerable a sus poseedores.

La historia del libro de Thoth

El Libro de Toth debía de ser, pues, un papiro antiquísimo, copiado en secreto en sucesivas ocasiones, y cuya antigüedad se remontaría a 10.000 ó quizás a 20.000 años.

Pero fijémonos ante todo en el propio Toth. Éste es representado como un ser humano con cabeza de ibis. Tiene en la mano una pluma de caña y una paleta con la tinta que se utilizaba para escribir sobre pergamino. Sus otros dos símbolos son la luna y el mono. Según la tradición más antigua, inventó la escritura y actuó de secretario en todas las reuniones de los dioses.

Está asociado con la ciudad de Hermópolis, de la que sabemos muy poco, y con unos reinos subterráneos de los que aún sabemos menos. Más tarde, Toth será identificado con Hermes. Transmitió la escritura a la Humanidad y escribió un libro fundamental, el famoso Libro de Toth, el más antiguo de todos los libros antiguos, que contenía el secreto del poder ilimitado.

La primera alusión a este libro aparece en el papiro de Turis, descifrado y publicado en París, en 1868. Este papiro relata una conspiración mágica contra el Faraón, conspiración encaminada a aniquilarlo, junto con sus principales consejeros, por medio de hechizos practicados con figuritas de cera construidas a su imagen y semejanza. La represión fue terrible.

Cuarenta funcionarios y seis encumbradas damas de la Corte fueron condenados a muerte y ejecutados. Otros se suicidaron. Entonces, el libro de Toth fue quemado por primera vez.

Este libro reaparece más tarde en la historia de Egipto, en manos de Kanuas, hijo de Ramsés II. Por lo visto, éste poseía el original, escrito de puño y letra de Toth, y no por un escriba. Según los documentos, este libro enseñaba la manera de mirar al sol cara a cara. Confería poder sobre la tierra, el océano y los cuerpos celestes. Daba la facultad de interpretar los medios secretos utilizados por los animales para comunicarse entre ellos. Permitía resucitar los muertos y obrar a distancia. Todo esto nos lo refieren los documentos egipcios de la época.

Naturalmente, un libro como éste constituye un peligro insoportable. Kanuas quema el libro original, o pretende hacerlo. Como el mismo texto dice que el libro, nacido del fuego, es incombustible, el relato es contradictorio. Pero, si se produjo realmente esta «desaparición», la misma fue sólo provisional. El libro reaparece en las inscripciones de la «estela Metternich», llamada así porque fue regalada a Metternich por Mohamed Alí Bajá. Fue descubierta en 1828, y data del año 360 a. de J. C. A escala de la historia egipcia es, pues, un documento moderno. 

En todo caso, aparecen representados en esta estela más de trescientos dioses y, entre ellos, los dioses de los planetas que giran alrededor de otros astros. No invento nada: la mayoría de los descifradores modernos de la «estela Metternich» dicen que interesaría mucho a los autores de ciencia-ficción, El propio Toth anuncia, en esta estela, que hizo quemar su libro y que expulsó al demonio Set y a los siete señores del mal.

En el año 360 a. de J.C., el Libro de Toth es solemnemente destruido, Sin embargo, la historia no ha hecho más que empezar. A partir del año 300 a. de J. C, vemos aparecer de nuevo a Toth, identificado esta vez con Hermes Trismegisto, fundador de la alquimia. Todo mago que se respete, particularmente en Alejandría, alardea de poseer el Libro de Toth; pero este libro no aparece nunca: cada vez que un mago se jacta de poseerlo, un accidente pone fin a su carrera.

Entre principios del siglo I a. de J. C. y finales del II d. de J. C, aparecen numerosos libros que constituyen, en su conjunto, el Corpus hermeticum. A partir del siglo V, estos textos son coleccionados, y encontramos en ellos referencias al Libro de Toth, pero nunca una indicación precisa que permita encontrarlo. Los textos más célebres de esta serie son los titulados Asclepius, Koré Kosmou y Poimandres. Todos se refieren al libro de Toth, pero ninguno lo cita directamente, ni dice cómo puede consultarse.

Sin embargo, el Asclepius nos brinda extrañas imágenes del poder de las civilizaciones desaparecidas.

«Nuestros antepasados habían descubierto el arte de crear dioses. Construyeron estatuas, y, como no sabían crear almas, llamaron a los espíritus de los demonios y de los ángeles, y los introdujeron, gracias al misterio sagrado, en las imágenes de los dioses, de modo que estas estatuas recibieron el poder de hacer el bien y el mal.»

De este modo habrían sido creados los dioses egipcios y el propio Toth. Creados, ¿por quién? El texto no lo dice. Por la gran civilización que precedió a la de Egipto. Según el Asclepius, estos dioses estaban aún presentes y activos en tiempos de Cristo: «Viven en una gran ciudad de las montañas de Libia, pero no diré más.»

Este conjunto de escritos herméticos puede encontrarse principalmente en el Corpus hermeticum, publicado por «Nock et Festugière» (serie Budé, París, 1945-1954). Aun considerados como obras de ciencia-ficción, estos textos excitan vivamente la imaginación.

Sin duda alguna estos textos son los que propagaron el Libro de Toth. Éste aparece tan a menudo, desde el siglo V de la era Cristiana hasta nuestros días, que podemos preguntarnos cómo fue reproducido antes de la invención de la imprenta y de la fotografía. La Inquisición lo quemó al menos treinta veces, y se necesitaría todo un libro para enumerar los extraños accidentes sufridos por los que se jactaban de poseer el Libro de Toth. Sea lo que fuere, jamás ha sido visto impreso o reproducido de algún modo.

¿existe actualmente el libro de Thoth?

Encontramos referencias a este respecto en autores tan serios como C. Daly King, que alude a grupos contemporáneos que poseen y utilizan los secretos del Libro de Toth. La buena fe de C. Daly King pudo verse sorprendida en este punto particular. Escribe, sin embargo, que es imposible llegar a alcanzar la conciencia superior según el método egipcio con sólo el trabajo personal, y añade que sería sumamente peligroso efectuar un intento de esta naturaleza sin dirección adecuada. Esto podría tener las más graves consecuencias y, sobre todo, producir lesiones.

Según él, «sólo una organización de personas calificadas y eficaces puede enseñar esta técnica, y sólo en el seno de una organización de esta clase puede aplicarse la disciplina apropiada. Aconsejo al lector, con la máxima seriedad, que no se entregue solo a tales experiencias. Sin embargo, esta técnica constituye un medio práctico para la activación de la conciencia humana».

Si existe tal organización, debe poseer necesariamente el Libro de Toth, o lo que queda de él. Y, si los egipcios aplicaron al papiro las mismas técnicas de conservación que a las momias, no es en modo alguno absurdo pensar que un papiro pudiese conservarse hasta el siglo XIX, a partir de cuya época pudo ser fotografiado. A menos que la organización de que se trata conociese la fotografía mucho antes del siglo XIX, hipótesis que no debe descartarse. 

He aquí, según C. Daly King, un ejemplo de esta ciencia secreta: «En Egipto existían verdaderas escuelas, y la Gran Escuela, que enseñaba en las pirámides, era realmente importante. Su especialidad era el conocimiento objetivo, real, del universo real. Y una de las posibilidades que se ofrecían a los alumnos, gracias a un curso minuciosamente estudiado, era la de utilizar las funciones naturales, pero insospechadas, de su propio cuerpo para transformarlos, de seres subhumanos, como somos todos, en seres verdaderos.»

La Gran Escuela había perfeccionado una ciencia que nosotros no poseemos: la ciencia de la óptica psicológica. Esta ciencia permitía estudiar unos espejos que sólo reflejaban lo que había de malo en el rostro que se miraba en él. Este espejo recibía el nombre de ankh-en-maat, espejo de la verdad. El candidato que era admitido en la Gran Escuela no veía nada en el espejo, porque se había purificado hasta eliminar todo lo que tenía de malo. Este candidato era llamado Maestro del espejo puro.»

Todo esto hace que sintamos afán por saber más. Pero es comprensible que algunos piensen que la Humanidad no está preparada para recibir estos conocimientos, y que una organización de «Secta Secreta» haga todo lo posible por impedir la publicación del Libro de Toth.